Marx tenía razón
y China lo entendió….( Recomiendo leer dentro me mi blog el artiículo EL MUNDO SERA CHINOLANDIA)
El capitalismo (de Reagan a la fecha ), mejor calificado como neoliberalismo , brutal y despiadado se está autodestruyendo igual que se autodestruyó el comunismo.
Pero en Pekín con su propia filosofía ,encontraron la verdadera revolución que no fue abolir el mercado, fue domesticarlo, porque el capital no se derrota, se doma.
Occidente celebró la caída de la Unión Soviética como si fuera el fin de la historia, brindaron, bailaron y dijeron que el comunismo había muerto, pero no vieron que mientras el muro de Berlín caía, en otro rincón del mundo se estaba levantando otra cosa, algo más complejo, más paciente, más letal, algo que no destruyó al mercado, lo capturó. No lo negó, lo subordinó, y ahí estaba la verdadera lección de Marx, que no la entendieron en Moscú, la entendieron en Pekín.
Marx no era un profeta, era un analista del conflicto, decía que la historia avanza por choques, que todo sistema genera su propia contradicción interna, y que el capitalismo no sería destruido por odio, sino por su propio éxito, que lo que hoy domina, mañana se agota, y que lo nuevo nace no de la nada, sino de lo que fue negado, la famosa negación de la negación, pero no como eslogan, como método, como ley histórica, el capitalismo fue la negación del feudalismo, el socialismo, según Marx, sería la negación del capitalismo, y después vendría otra forma, otro cuerpo, otro mundo.
La unión soviética creyó que el socialismo era destruir el mercado, poner todo bajo control del estado, hacer tabla rasa, negar el deseo, la propiedad, la empresa, el error, y fracasó, porque confundió la negación con amputación, porque confundió igualdad con uniformidad, y porque en nombre de la revolución, se olvidó de la vida, del cuerpo, del hambre, de la complejidad.
China no, China hizo otra lectura, más incómoda, más real, la revolución de Mao fue dura, sí, pero la verdadera jugada vino después, con Deng Xiaoping, no importa si el gato es blanco o negro, lo importante es que caze ratones, y el mercado empezó a cazar, a cazar riqueza, tecnología, eficiencia, innovación, pero no libre, no desatado, sino domado por el partido, un mercado enjaulado, alimentado, vigilado, usado como herramienta, no como fin.
Hoy casi el 70% del PIB chino lo generan empresas estatales o mixtas, es decir, el capital produce, pero el estado lo dirige, no se trata de repartir pobreza, sino de administrar poder, de usar las fuerzas productivas para el bien colectivo, para el desarrollo, para que el estado tenga músculo, no caridad, para que el bienestar sea estructural, no asistencial, para que la riqueza no sea la meta de unos pocos, sino el medio de una nación.
Esto no fue un precisión marxista, es una aplicación quirúrgica de la dialéctica, porque el problema nunca fue el mercado, el problema fue dejarlo suelto, el mercado es un esclavo brillante, pero es un amo despiadado, china entendió eso, occidente no.
Mientras tanto en américa latina se sigue discutiendo si es pecado tener empresa o si el socialismo es regalar subsidios, progresismo sin estrategia, populismo sin proyecto, capitalismo afectivo y en el fondo lo que hay es un vacío, no hay lectura estructural, no hay dialéctica, no hay poder.
Marx lo dijo, el capital desarrolla las fuerzas productivas a un nivel que ninguna otra etapa de la historia había logrado, pero eso no era un elogio, era advertencia.
El capitalismo construye, expande, multiplica, pero el neoliberalismo lo hace a costa de todo, y si no se lo doma, nos destruye.
Hoy las democracias liberales están al borde del colapso, no porque sean débiles, sino porque son incoherentes, porque producen desigualdad, pero venden meritocracia, porque venden libertad, pero no garantizan pan, porque no saben qué hacer con las crisis.
Mientras tanto china avanza, no es un modelo perfecto, pero es un modelo, y eso ya es más de lo que podemos decir de muchos, entonces sí, Marx tenía razón, el capitalismo iba a ser superado, pero no por los libros, ni por las pancartas, ni por el resentimiento de clase, fue superado por su propia dialéctica, por quienes entendieron que no basta con destruir, hay que transformar, que no basta con resistir, hay que gobernar, y ahora la pregunta que queda, la que nadie se atreve a formular, es otra, si el imperio romano cayó, si el británico se reflejó, si el estadounidense se corrompió, y si el chino hoy domina, cuál es la próxima negación, qué sistema estamos gestando mientras creemos que ya lo vimos todo.
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